Saturday, April 6, 2019

La doble bandera

  • La intolerancia como base del doble discurso

Cuando salí de la universidad, flamante comunicador egresado de la Anahuac/Mayab, mi primer "empleo" fue como analista de prensa, para el despacho del gobernador de aquel entonces, a los 6 meses me corrieron (quise decir, me dieron las gracias por participar y me desearon éxito en otros rumbos) porque no concebían que tuviera yo amigos y clientes (videógrafo, hay que comer) de otros partidos.

Desde entonces y gracias a que fue mi obligación hacerlo, es decir tuve que aprenderlo por necesidad, tomé la costumbre que hasta hoy me acompaña, de analizar las líneas de discurso de los actores políticos, una vez que logras verlas puedes entender cómo está configurado el tablero y entender el manejo mediático de la agenda política. Más adelante tuve la fortuna de incorporar nuevamente esta habilidad al campo laboral.

Es así, que parte mi trabajo y uno de mis pasatiempos favoritos desde hace ya dos décadas es seguir y analizar el proceder de diversos actores políticos, sin embargo, compartir mi opinión es algo que solo hacía con mis amigos y familiares, hasta que me animé a publicar mis recovecos mentales, he sido publicado en algunas revistas, haciendo crítica análisis de las política públicas de la pasada administración y nunca jamás había recibido tantos insultos como ahora que tengo la osadía de señalar las incongruencias en la administración pública del actual Presidente.

A raíz de la entrada en funciones del nuevo gobierno federal he notado con franco desencanto que este ejercicio democrático donde todas las voces cuentan se ha desvirtuado en medio de un fuerte ambiente de intolerancia y desconocimiento, al grado tal que las opiniones ofenden y los argumentos son reemplazados por frases preprogramadas a fuerza de la repetición desde las más altas esferas del poder, desde donde se lanzan descalificaciones en lugar de razonamientos que refuten las críticas o justifiquen el proceder y se realiza, además, un claro esfuerzo cotidiano por dividir a la población con un doble discurso, "flexible", por no decir amañado, tramposo, con la clara intención de desvirtuar las opiniones que difieren.

Pregonar moralismo con un discurso amoral es incongruente, hacerlo desde la máxima tribuna del país debería ser criminal, pues siembra la discordia, cuando debería procurar la armonía, es como un padre o una madre que pone a los hermanos en contra, sembrar odio es reprobable, es ruín, es visceral, es miserable, es, como dirían algunos, "una hijueputez". No tiene cabida en una sociedad que aspira al bien común, lo cual hace suponer que éste (el bien común) no es su verdadero objetivo.

El doble discurso, eso es lo que vemos cada mañana en la malamente llamada conferencia de prensa, que no es más que un ejercicio de posicionamiento permanente de imagen. ¿No me cree? Juzgue usted, apenas ayer (abril 2019) le preguntaron en la rueda de prensa o mejor dicho, en el circo matutino de posicionamiento permanente de imagen, sobre una declaración del ex presidente estadounidense Obama sobre el famoso muro fronterizo y también si se reuniría con la alta comisionada de la ONU para atender el tema migratorio, su respuesta a la primer pregunta fue, "lo que diga mi dedito", mientras realizaba el gesto de "no" con su mano, seguido de una breve historia de cuanto le gusta ir a batear, sí, eso respondió ante una pregunta de la prensa en una supuesta conferencia de prensa sobre un tema tan delicado como la migración. Les dejo el video para que no crean que estoy exagerando: 






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